El cine de terror no es solamente monstruos, espíritus o asesinos, es mucho más que eso es una fórmula. Una mezcla exacta de una buena historia, atmósfera, personajes y sobre todo utilizar tópicos que sean socialmente relevantes. Con el paso del tiempo las generaciones van cambiando lo que aterra a una generación no necesariamente es aterrador para otra. Debido a ello el género del terror busca que los tópicos se mantengan actuales y llamativos.
Si bien es cierto es un género que gana muchos adeptos, se ha visto canibalizada por los mismos estudios, como resultado de apostar a la cantidad y no a la calidad del filme. Logrando así que exista una gran pugna en la taquilla por la cantidad de películas de terror.
Para muchos los sustos, los gritos y sobresaltos no son más que válvulas de liberación emocional. Permiten al espectador soltar un poco sus emociones y obtener una sensación de tranquilidad e incluso felicidad posterior a la experiencia cinematográfica. Sin embargo, para otros espectadores resultan experiencias no gratas y tensas que se vuelven parte de sus miedos y pesadillas.
Es así como el género del terror en sus inicios a mediados de los años 30, muchas salas de cine quedaban medio vacías debido a que muchos espectadores preferían huir despavoridos a mantenerse en el calvario del horror.
A pesar de esto las primeras películas de terror tuvieron una gran aceptación y marcaron los fuertes cimientos de este género.